Recién en 1962 el disputado en Chile y ganado por Brasil , me despertó la curiosidad. En 1966 ya los nombres del tucumano Rafael Albrecht, Silvio Marzolini, Luis Artime, Roberto Perfumo, Alberto González, Antonio Roma comenzaron a instalarse en mi vida de adolescente futbolero. Mientras el periodismo recorría mi cabeza y mis venas con mucha fuerza.
En los años siguientes Argentina fue designada para organizar el Mundial 1978. ¡Para que!. Las promesas de todo tipo que hice para esa época. Algunas cumplidas, otras no. Lo cierto es que llegué casado y con un hijo. Y trabajando en LV7,junto a grandes maestros del periodismo.
Para ese mundial de 1978 no tenía cábalas ni nada parecido. Solo la pasión por el fútbol. Ya en el año 1967 había festejado el de Racing, Campeón Mundial de Clubes y no pasó de unos aplausos , gritos, cervezas y risas.
El 25 de Junio de 1978, Kempes, Fillol, Bertoni, Galván, Passarella, Tarantini, los hermanos Van de Kerkhof, Rensenbrin, Kroll, Schrijvers el arquero , resonaban en las radios y televisores.
Era un domingo frío , soleado ( creo) . La ciudad en silencio durante toda esa larga tarde. Jugaban la final, Argentina con Holanda. Fue un partido lleno de situaciones cambiantes. El changuito más chico de la casa, dando vueltas por la pieza donde estaba la tele y toda la familia sentada o parada frente a la pantalla. Cuando sonó el silbato del árbitro italiano Sergio Gonella, dando por finalizado el partido, Argentina era Campeón Mundial de Fútbol. Grité los goles, aplaudí y festejé el campeonato. No lo podía creer. Salí a la calle a seguir esa caravana de hinchas que iban hacía la plaza. Ya habían pasado esos 120 minutos de angustia futbolera vivida a través de las imágenes en blanco y negro (como estaba Argentina en esos años de dictadura). Pasó un tiempo corto de festejos. Comenzaron las noticias a llegar con más firmeza sobre compañeros de la infancia, de la secundaria, de la facultad que estaban desaparecidos y los remordimientos comenzaron a trompearme el alma, con mucha justicia. Todavía duele. Así fue mi primer Campeonato Mundial de Futbol festejado, durante. Llorando después.
Pasaron cuatro años y en 1982 con la incorporación de Diego Armando Maradona, el hombre de mi vida (ya me había enamorado de él, en términos futboleros) pensé y aposté que ganábamos de nuevo el campeonato del mundo en España. No fue así. Lloré con bronca. Esperé otros cuatro años y ya con mi amor en la cancha y en plenitud física aposté de vuelta que salíamos campeones, aún sin aceptar como lo hacía jugar Carlos Salvador Bilardo al equipo. Y ahí comenzaron las cábalas.
Era 1986 con la democracia conseguida y con mi primer amor del fútbol la cosa era más tranquila. Estaban un hijo, dos hijas y el Diego. Ahí comenzaron las cábalas durante todos los partidos de Argentina, pasados en colores por la tele.
Mi vieja cocinaba buñuelos o pasta frola ,mi viejo se paraba y puteaba. La tele con imagen ,sin volumen y el relato radial del mejor, Víctor Hugo Morales. Todos en la cocina de la casa.
En ese mundial jugado en México, el Diego la rompió, jugando para la inmortalidad. Campeones y otra vez a la plaza Independencia a gritar y bailar al compás de los cantos. Esta vez con una de mis hijas sobre los hombros y mi hijo tomado de la mano, saltando al grito de Argentina, Argentina, Argentina. Sueño cumplido. Democracia, Campeones, casado y con tres hijos.
Ahora mi tercer campeonato Mundial de Fútbol ganado por la selección de Argentina, que vivo. Este último logrado hace unos días desde los pies de Messi y compañía. Estuve, cabulero, muy hincha, apostando al fútbol argentino y con ganas de revancha sobre lo sucedido en Rusia. Me gustaba el equipo durante las eliminatorias y también en Qatar. Por cábala no lo vi contra Arabia Saudita, donde perdimos con el VAR (LPM). Ahí nomás me dije "cambio la cábala" ."Voy ver solo los partidos de Argentina y en un bar". Lo hice. Me abracé con la camarera y con desconocidos en cada gol y penal atajado durante los restantes encuentros de Argentina.
Así hasta ese domingo 18 de Diciembre de 2022. Otra vez la rutina, bar sobre la hora del comienzo, cortado cargado y acomodado para gritar los goles argentinos. En los primeros 45 minutos se vapuleó a Francia, jugando con sus convicciones futboleras , a lo argentino . Merecido 2 a 0.
En el entretiempo rajé a la casa de una de mis hijas, me senté con las nietas y nieto. Sufrí como nunca, en el segundo tiempo y el suplementario. Nos empataron pero ganamos. Moraleja "no romper la cábala en medio del partido" .
Ya cerca del ocaso de la vida este es otro de mis sueños futboleros cumplidos. La frustración como futbolista me hizo hincha de la selección y, a esta fue la que más confianza le tuve , desde el primer partido. Fue la mejor, en todas sus líneas. Tuvo fuerzas, ganas, convicciones, fútbol y goles. Ese domingo hubo lágrimas ,risas gritos y aplausos. Como en la vida para seguir adelante.
Cuando joven disfrutando cada día que pasa y en la madurez pensando en los días que nos quedan. Más hoy que ya tengo tres campeonatos mundiales festejados y un año más de vida